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Diego Frenkel: “Quería hacer un libro donde cada canción fuera un capítulo”

El cantante, guitarrista y compositor acaba de sumarse al aluvión de biografías y autobiografías de rock con un libro que sorprende, esclarece y emociona “a través de las canciones”.

A lo largo de tres décadas de carrera, Diego Frenkel siempre ha logrado sorprender con nuevas aristas de su talento y espíritu inquieto. Así ocurrió en bandas emblemáticas como Clap, La Portuaria y Bel Mondo. Su carrera solista es sumamente interesante y digna de redescubrir, jamás dudó en encarar cambios de sonido y probar ideas diferentes. Además, alguna vez colaboró con canciones para el grupo de danza El Descueve y hasta hizo un álbum minimalista con música para bebés.


Pero ahora aparece una nueva e inesperada faceta: la de escritor. Difícilmente se anime a anotarlo en los formularios de Migraciones bajo el ítem de “Profesión”, pero el flamante libro A través de las canciones le otorga ese oficio gracias a una original recorrida por su vida y las canciones que lo marcaron a fuego.


La edición –de casi 500 páginas– incluye una sección con unas 50 páginas más de fotos de su archivo familiar, personal y de amigos varios. La estructura es cronológica: cada capítulo es el título de una canción que detona un sinfín de recuerdos que van más allá de la composición en sí, englobando desde el contexto histórico hasta las emociones subyacentes. A un mes del lanzamiento, Diego Frenkel convida un café en su casa y repasa los pormenores de este proyecto que ya es una realidad. “La idea de inspiración del libro –cuenta– estaba antes de que tuviera un contrato con una editorial. Es más, tenía el título hace mucho. Quería hacer un libro donde cada canción fuera un capítulo, y que las canciones fueran postas en el camino de la vida”.


¿Fue sencillo sentarse a escribir historias y anécdotas?

Lo primero que me pasó fue pensar que lo cronológico y lo lineal no coincidían con la estructura de mi memoria y del imaginario. Me parecía forzado. La idea de una vida como una línea con punto de inicio y otro de final es solo una construcción, pero sería muy complejo soltar esa linealidad. Por eso, al principio quería mezclar los tiempos y me preguntaba por qué tenía que escribir del modo clásico, pero la verdad es que después volví a una estructura clásica, porque me parecía que iba a dejar afuera del relato al lector. Y traté de ubicarme siempre en un momento del presente. Todo el libro tiene una linealidad de presente continuo. De hecho, al charlar sobre la edición con Martín Graziano, le dije que sacáramos todos los “recuerdo que”.


Primero hablás de tu infancia y de tu familia, relacionándolo con canciones que sonaban de fondo. Y cuando llegás a las canciones de Clap, ya está armado el recorrido.

Claro. No quería escribir solo para el que conoce las canciones. Además, muy pocas personas las conocen todas. Muchos van a comenzar leyendo los capítulos de Selva, Nada es igual y 10.000 km. Y hasta debe haber algún hit que falta, porque no me despertaba ninguna narrativa.


¿Cómo te armaste la disciplina del escritor?

Fue difícil. Yo soy muy trabajador, pero no muy ordenado. Me cuesta mucho armar una disciplina, así que tenía ese vértigo. Empecé escribiendo espontáneamente en las giras o cuando tenía algún espacio. Cuando ya hubo un contrato y una fecha de entrega, entonces me armé más. En 2016 me dediqué a escribir el libro y no a componer canciones. Y el que me ayudó a terminarlo fue Martín, que me pidió que le fuera haciendo entregas semanales. Me hizo algunas correcciones y me puso un orden, sin tocar el contenido.

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