Dime dónde vives y te diré qué bichos tienes
Según una investigación pionera, los insectos prefieren los pisos bajos, con alfombras y muchas ventanas; pero su presencia puede ser beneficiosa.
“Solo ahora estamos empezando a dar importancia y a investigar cómo los hogares que creamos los seres humanos también conforman uncomplejo hábitat de interior para bichos y otras pequeñas formas de vida. El objetivo es entender mejor esta coexistencia ancestral y sus implicaciones en nuestra salud física y mental”. Así resume Misha Leong el estudio pionero que ha dirigido y en el que han contribuido expertos de la Academia de Ciencias de California, la Universidad del Estado de Carolina del Norte y el Museo de Historia Natural de Dinamarca.
Sus resultados, publicados en la revista Scientific Reports, arrojan luz sobre el auténtico zoo de bacterias, hongos, insectos, arácnidos y miriápodos que nos acompañan en nuestras casas tras hacer el censo en 50 inmuebles urbanos de la población de Raleigh, en Carolina del Norte.
La primera de sus conclusiones es que a los insectos no les gustan las alturas. La nueva investigación revela que la variedad de estos animales se incrementa en las plantas inferiores de los edificios; de hecho, su lugar preferido para instalarse son los sótanos. También han comprobado que la densidad de artrópodos aumenta en las estancias amplias, con alfombras o moquetas y con más ventanas o puertas, ya estas que les proporcionan más vías de acceso desde exterior. Además, la mayor o menor diversidad de especies se corresponde con la que exista en el entorno.
Pero no hay que entrar en pánico. Como recuerda uno de los autores del trabajo, la entomóloga Michelle Trautwein, los bichos pueden contribuir a que estemos más sanos. “Un creciente número de indicios apunta a que algunas enfermedades modernas estarían relacionadas con un déficit de exposición a microorganismos, y los insectos domésticos juegan un papel fundamental en la difusión de la biodiversidad microbiana”, advierte esta experta.
Les gusta estar en el salón
Esa riqueza o pobreza también varía de estancia en estancia. Tras hacer un recuento de especies clave –mariquitas, moscas de la fruta y psocópteros–, los investigadores detectaron que las salas comunes, como los salones, acogían más insectos que las cocinas, los dormitorios o los baños. Y que las arañas, ácaros, ciempiés, milpiés o ciertos escarabajos proliferan especialmente en los espacios oscuros y húmedos.
Un resultado chocante es que el orden no desempeña un rol decisivo en la mayor o ausencia de “fauna” en las casas; los cuartos que están manga por hombro solo atraen a los fólcidos, esas características arañas de patas largas que fabrican sus telarañas en los rincones. Ni siquiera factores como el uso de pesticidas o el hecho de que tengamos muchas plantas o vivan con nosotros mascotas tienen demasiado impacto en la composición de los ecosistemas domésticos. Lo que determina su composición es, sobre todo, la biodiversidad del entorno.
El estudio forma parte de un proyecto internacional para profundizar en este, hasta ahora, minusvalorado ámbito de convivencia entre seres humanos y las criaturas que nos hacen compañía desde que empezamos a construir refugios estables, hace unos 20.000 años.