top of page

Todo lleva aceite de palma: cada humano consume ocho kilos de media al año sin saberlo

Malasia e Indonesia producen alrededor de 85% del suministro mundial.

El aceite para cocinar más utilizado en el mundo entero parece estar presente en todo: desde la masa de la pizza hasta los helados o el champú. El consumo mundial per cápita ha aumentado más del doble desde el año 2000 hasta los 7,7 kilogramos en 2015, según datos de la consultora Gro Intelligence. Malasia e Indonesia producen alrededor de 85% del suministro mundial. | Aldi eliminará el aceite de palma en sus productos ecológicos


Cuando vaya al supermercado échele un vistazo a cualquier paquete, porque el aceite de palma es el aceite vegetal más consumido del mundo (supone el 32% del total de aceites vegetales) y casi seguro que va a comprar algo que lo contenga. De hecho, hay una probabilidad de alrededor del 50% de que el producto contenga aceite de palma, según las estimaciones de World Wildlife Fund (WWF) que recoge la agencia Bloomberg.


Este aceite, que se elabora a partir del fruto de la palma aceitera (Elaeis Guineensis), está siendo protagonista de la penúltima polémica alimentaria por su alto contenido en grasas saturadas, con numerosas voces criticando sus efectos en la salud. De hecho, muchos supermercados están anunciando la retirada de productos que lo contengan ante un consumidor cada vez más sensible a este tipo de mensajes, y dados los problemas que puede crear, habitualmente se mezcla también con aceite de soja (entre ambos suponen el 50% del total), de propiedades similares pero con menos grasas saturadas.


Sin embargo, la propia WWF asegura que otro gran problema que acarrea su uso masivo es el medioambiental, con regiones enteras del sudeste asiático arrasadas para plantar esta especie que introdujeron los británicos en el siglo XIX en la zona. Además de la pérdida de bosques únicos y su hábitat, estas prácticas han provocado la expulsión de grandes masas de población indígena y puesto en peligro especie oriundas de orangutanes o tigres, por ejemplo.


¿Por qué tiene tanto éxito?


El éxito de la palma tiene dos razones principales. La primera, bajo coste y eficiencia. La segunda es su elevada resistencia a la oxidación, lo cual permite que se pueda conservar durante mucho más tiempo que otro tipo de sustitutos, y siga siendo útil para freír alimentos. Otra de sus ventajas es su sabor neutro y que es inodoro, por lo que es muy útil para productos precocinados.


Por ejemplo, las masas de pizza, tanto congeladas como frescas, obtienen la textura deseada gracias al aceite de palma. Muchos helados también adquieres su cremosidad por este aceite, así como el chocolate. Parte de su popularidad viene también de su uso como sustitutivo de las grasas-trans, otro producto caído en desgracia por sus contraindicaciones.


El aceite de nuez de palma (que viene de la semilla y es todavía más graso, tiene el mismo origen botánico pero es distinto) se usa en jabones y detergentes. Además se emplea en cosméticos (en las barras de labios evita se derrita, mantiene el color y las hace prácticamente insípidas) y productos farmacéuticos. Ambos aceites a veces se usan como sinónimos.


Por último, hay que destacar que el aceite de palma se usa como materia prima en la producción de biocombustibles, y desde la UE se calcula que aproximadamente la mitad del aceite de consumido en el continente acaba en los depósitos de camiones, coches y otros vehículos


La palma como árbol es oriunda de África, aunque estudios arqueológicos estiman que ya se usaba en Egipto 3.000 años antes de Cristo. Los británicos descubrieron en plena Revolución Industrial que el aceite del fruto podría ser muy útil como lubricante y para hacer jabón. Su uso se extendió como el de otras muchas materias primas, aunque la producción seguía centrada en África Occidental.


A finales del siglo XIX los británicos introdujeron la palma en Malasia como planta ornamental, pero la producción comercial no empezó hasta 1917, gracias al un francés, Henri Fauconnier. Fauconnier llegó en 1905 en la región de Selangor, en la costa oeste de Malasia, para establecer una plantación de café. Pero la incertidumbre sobre el café y el caucho le llevó a experimentar con el aceite de palma, del que había oído hablar en dos viajes a Indonesia. Finalmente, en ese 1917 decidió plantar las primeras semillas en Malasia, sentando las bases de lo que hoy en día es una industria imprescindible para el país.


Un cultivo histórico que crea trabajo


Las autoridades malayas pronto vieron el potencial de este nuevo cultivo, especialmente desde la independencia del Imperio Británico en 1957. La expansión fue apoyada como parte de una medida pública para aliviar la pobreza mediante el aumento de la producción agrícola con plantaciones de aceite de palma para reemplazar al caucho a partir de 1961. El gobierno malasio también buscaba diversificar su producción del propio caucho y del estaño (Malasia llegó a ser el primer productor global de este metal).


El aceite se convirtió en el principal producto agrícola de Malasia en 1989, que ganó cuota de mercado rápidamente a Nigeria, que dominaba el mercado a mitad del siglo pasado, gracias a unas plantaciones más modernas y las economías de escala. La producción se ha multiplicado por tres desde 1990 hasta alcanzar un récord de 19,96 millones de toneladas en 2015, antes de que la sequía vinculada con El Niño la redujera el año pasado, según datos de la Junta Malasia del Aceite de Palma. La producción mundial también está aumentando con la aceleración de la demanda, ya que se utiliza más para producir biocombustibles, especialmente en Indonesia.


La expansión en Malasia e Indonesia no ha estado libre de polémica, con acusaciones a los agricultores por usar supuestamente métodos ilegales de tala y quema para despejar tierras para plantaciones, destruyendo bosques tropicales y hábitats de animales protegidos, como los orangutanes. En 2015, se atribuyó a esta práctica una neblina severa que cubrió partes de Asia, dificultado los viajes aéreos y causando muertes prematuras en algunos casos, según varias investigaciones.


La preocupación sobre el impacto medioambiental y social del aceite de palma han sido objeto de gran controversia por parte de organizaciones no gubernamentales. Algunos grupos, como Greenpeace y WWF dan calificaciones o notas para que los consumidores actúen según el uso del aceite de palma, en función de si es sostenible o no. En 2004, la industria formó la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible para establecer estándares en asuntos como el medio ambiente y el trabajo, y para emitir certificaciones.


La agricultura contribuyó un 8,9% del producto interior bruto de Malasia en 2015, y el aceite de palma representa el 47% de la actividad económica de este sector, según datos gubernamentales. El país está tratando de aumentar los ingresos procedentes del aceite de palma en el marco de la Estrategia Alternativa de Biomasa, con el cual se busca crear más de 66.000 nuevos puestos de trabajo y elevar la contribución del sector al PIB de Malasia en 6.900 millones de dólares.

bottom of page